Llama titular de Agricultura a impulsar una producción sustentable de alimentos
- En la apertura del foro virtual Retos y soluciones ante la desertificación y sequía, en México y América Latina, el secretario Víctor Villalobos aseguró que a través del análisis constructivo sobre los efectos del cambio climático, mano del hombre y procesos naturales, se estará en capacidad de responder a la demanda de alimentos, producto del crecimiento poblacional.
- Es esencial adaptar la agricultura a estos cambios, con la aplicación de buenas prácticas agrícolas, labranza de conservación, cultivos de ciclos cortos, alternativas de cultivos y menos emisiones de CO2 y uso de maquinaria en el movimiento de los suelos: Agricultura.
El secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, afirmó que la sequía al igual que las inundaciones son los fenómenos que más impactan la agricultura en los países, por lo que su análisis integral y la información científica coadyuvarán a la instrumentación de políticas públicas, programas y acciones para revertir el progresivo deterioro del suelo agrícola y pérdida de agua.
En la apertura del foro (virtual) Retos y soluciones ante la desertificación y sequía, en México y América Latina, aseguró que a través del análisis constructivo sobre los efectos del cambio climático, mano del hombre y procesos naturales, se estará en capacidad de responder a la demanda de alimentos, producto del crecimiento poblacional, sobre todo en países como Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Chile y México.
Víctor Villalobos apuntó que la desertificación es un proceso progresivo e irreversible causado por el uso intensivo del suelo para los cultivos agrícolas y pecuarios; el sobrepastoreo que compacta los suelos y desprotege la capa floral; la deforestación; las quemas agrícolas, y el mal uso de los sistemas de riego, como el rodado, que acumula sales y disminuye fertilidad.
Aseguró que las condiciones climáticas adversas son cada vez más frecuentes: temperaturas extremas, sequías prolongadas, heladas, granizadas, inundaciones, huracanes y, más recientemente, tornados como los presentes en los estados de Tlaxcala, Puebla y Nuevo León.
Se trata, dijo, de fenómenos naturales que impactan en la agricultura y propician desertificación y pérdida de fertilidad del suelo.
Ante estos fenómenos, refirió, se instrumentan mecanismos para adaptar la agricultura a estos cambios, con la aplicación de buenas prácticas agrícolas, incorporar materia orgánica, labranza de conservación, cultivos de ciclos cortos (precoces) y alternativas de cultivos (gramíneas-leguminosas), adaptar la agricultura al calentamiento global y menos emisiones de CO2 y uso de maquinaria en el movimiento de los suelos.
“Sólo a través de esta visión y el acompañamiento de la ciencia y la tecnología de los organismos de investigación estaremos en capacidad de responder a la demanda de alimentos, producto del crecimiento poblacional –más de nueve mil millones de habitantes— en los próximos años”, subrayó.
El subsecretario de Agricultura, Miguel García Winder, precisó que los puntos a tratar en este encuentro representan un reto y refrendan el compromiso de esta administración de trabajar por un mejor país, con la aplicación de mejores esquemas de conservación de suelos, captación de agua y adaptación de especies agrícolas en regiones de alto estrés hídrico.
La sequía y sus consecuencias en la agricultura cobran mayor relevancia cuando la agricultura de México, al igual que en gran parte de América Latina, se desarrolla en condiciones de temporal y debido a que el fenómeno del cambio climático es un factor que merece su atención inmediata, con la vinculación de las tecnologías en el campo agrícola, indicó.
Aseguró que es de suma importancia conocer los distintos enfoques que existen sobre las acciones a realizar para mitigar los efectos de la desertificación y la sequía que pudieran afectar la actividad agropecuaria, que en nuestro país concentra en su mayoría a productores de bajos ingresos, muchos de ellos, de subsistencia.
Precisó que el trabajo conjunto con los organismos nacionales e internacionales determinarán la aplicación de una política pública para dar atención a los suelos y cuidado del agua, una agricultura con especies con mayor resistencia que puede ser aplicada por pequeños y grandes productores, a fin de asegurar a las futuras generaciones la alimentación.
El director general de Fibras Naturales y Biocombustibles de la Secretaría de Agricultura, Carlos Rodríguez Arana Ávila, mencionó que actualmente en México más del 50 por ciento del suelo presenta algún tipo de erosión por desertificación, con afectaciones en 450 municipios de 19 entidades federativas de las cuales Oaxaca, Sonora, Chihuahua y Zacatecas son las más afectadas.
De acuerdo con estudios del Laboratorio de Suelos del Colegio de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que el 51 por ciento del territorio nacional, 100 millones de hectáreas, se encuentran en un nivel de degradación ligero y moderado; el 10 por ciento (19.6 millones de hectáreas) está en severo, y el dos por ciento presenta un nivel extremo.
Mientras que la superficie sin degradación comprende alrededor del 37 por ciento del país, cuyo potencial se incrementará con el desarrollo e instrumentación de una política de uso, conservación y recuperación del suelo y agua agrícola para la sustentabilidad de los recursos naturales, recursos biológicos y genéticos, así como el aprovechamiento de la agro-biodiversidad.
El coordinador del Área Técnica de Agricultura, Gestión Sostenible de los Recursos Naturales y Adaptación a los Cambios Climáticos del Instituto interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Gertjam Beekman, señaló que en América Latina más de 516 millones de hectáreas están afectadas por la desertificación, lo que resulta en la pérdida de 24 mil millones de toneladas de la capa arable del suelo y afecta negativamente la producción agroalimentaria.
De ahí, dijo, la importancia de contar con programas que combatan la desertificación y mejoren el manejo sustentable de suelos para impulsar prácticas de producción y consumo sostenible y fortalezcan la protección ambiental.
Citó como ejemplo el proyecto Econormas, que se aplica en América del Sur, articulado con cuatro ejes que son la sostenibilidad, movilidad social, sustentabilidad ambiental y sistemas de desalinización para revertir los impactos de la desertificación y la sequía con intervenciones físicas.