SIN CORTAPISAS.
Por: Claudia Vázquez Andrade.
Política de barrio.
Triste, penoso, doloroso y hasta denigrante fue el espectáculo que dieron las señoras diputadas de la ciudad de México, al protagonizar un enfrentamiento a golpes; vaya, ahora sí que se pudiera decir que se agarraron de las greñas.
Los argumentos del desencuentro pueden ser múltiples, sin embargo, no hay nada que valide una reacción de esa naturaleza, porque la violencia nunca será justificada, y mucho menos entre mujeres.
Queda claro que hoy en día las mujeres están en igualdad de condiciones que los hombres, aunque se presume que no son iguales en ese nivel, y menos por lo que significan y representan en el escenario nacional y popular.
Sin embargo; la “desgreñada” que se dieron las legisladoras capitalinas, es una prueba de la descomposición de la política, y demuestra una vez más que, en una disputa o diferencia de opiniones, visión, ideología o, lo que sea, cuando terminan los argumentos y la razón se agota, aparece la violencia.
¿Qué sucedió? ¿Por qué el desencuentro?, eso ya es lo de menos, lo demás, o criticable, es el espectáculo que dieron las representantes populares, que en nada favorece a su género.
Queda claro que la transformación del país es tal que ya alcanzó también a la política, porque los políticos han perdido la escencia y se han vuelto arrogantes por el poder que representan. Ahí está el caso del priísta Alejandro “Alito” Moreno, que sin pudor alguno “descontó” al petista o morenista, ya no se sabe que es, Gerardo Fernández Noroña.
Y el punto es que la lectura de estas actitudes o el mensaje, es que, ya no hay capacidad de dialogo, que los representantes populares podrían terminar por imponerse en cualquier situación o circunstancia valiéndose de la mayoría legislativa.
En ese caso, se tendrá que reflexionar para enderezar camino, porque si bien es cierto que tienen las libertades constitucionales, también es cierto que no pueden actuar como viles pandilleros.
Los recintos legislativos o de gobierno merecen respeto, y la mujer, por su simple condición, no debería permitirse exhibiciones de esa naturaleza.
Porque entonces, ¿En dónde queda la constante lucha en contra de la violencia hacia la mujer?