
SIN CORTAPISAS
Por: Claudia Vázquez Andrade
Ley seca ¿hace la diferencia?
Reza un dicho popular: “Ves que te quieren poco, y te das a odiar”, y bien harían las autoridades federales en escuchar esta conseja popular porque finalmente son expresiones que nacen del día a día y muchas de ellas por los hartazgos del uso del poder a rajatabla.
Y esto viene a tema porque con la elección de jueces y magistrados que será este domingo uno de junio, una vez más se implementará la llamada “Ley seca”, y esta, según se asegura, es con el fin de evitar el consumo de bebidas embriagantes e influya en el abstencionismo.
La ley seca tiene, podría decirse, que toda la vida, sin embargo, se tendría que ver los resultados de las votaciones de las últimas décadas para certificar que tan efectiva ha sido la medida.
Porque hoy en día, precisamente para este fin de semana, la venta de alcohol ha sido prohibida a partir del primer minuto del día de mañana sábado, y claro que ello trajo la inconformidad de la ciudadanía, y obvio de los expendedores de alcohol.
Por ejemplo, los restaurantes argumentan, y con razón, que la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas bajara sus ventas, porque los comensales habitualmente consumen alcohol durante la comida o cena del fin de semana.
De ahí que demanden modificar esa ley para que sus clientes puedan consumir ese tipo de bebidas, con moderación claro, durante la comida o cena.
Y en su queja hay razón, porque una cosa es prohibir la venta en negocios dedicados específicamente a la venta de bebidas de esa naturaleza, y otra son los establecimientos que ofertan ese producto como complemento de su actividad principal.
En pocas palabras, que ya no les peguen en su economía, porque finalmente los clientes de los restaurantes van a comer, no ha embriagarse, pero, además, porque así los ha consignado la historia, de poco o nada sirve la prohibición en esos días porque se ha detectado la venta de bebidas alcohólicas de manera clandestina o bien quien gusta del exceso de alcohol se abastece días previos a la jornada de elecciones.
Y finalmente, quienes tienen interés en ejercer su derecho constitucional de votar, acude si pretexto alguno.
Así que el argumento de que el consumo de alcohol es un detonante de abstencionismo nadie se los cree.