SIN CORTAPISAS

SIN CORTAPISAS

Por: Claudia Vázquez Andrade

⁠ La promesa de esperanza

En la vida hay cosas que no deberían de tener precio, y algunas de ellas, a consideración propia, son la Salud; la educación, y obvio, la seguridad pública, dadas las circunstancias por las cuales atraviesa el país en este renglón, y a lo cual Tamaulipas no es ajeno a esa problemática.

De ahí que cuando de presupuesto para estos renglones se habla, generalmente el ciudadano común los considera insuficientes por los resultados arrojados en los últimos años.

Por ello, hoy que en Tamaulipas se habla de reforzar con recursos económicos el área de la seguridad pública, no sea mal visto, bueno, de entrada, presumiendo que su ejercicio vendrá a mejorar resultados y seguramente a bajar los índices delictivos en determinados renglones.

Y a decir del argumento para autorizar el empréstito por mil 123 millones de pesos, se proyecta ampliar la infraestructura física de la secretaria de seguridad pública con la construcción de 15 estaciones seguras a lo largo de la frontera del Estado, las cuales serán operadas por la Guardia Estatal.

Como habitualmente sucede con este tipo de créditos destinados para este fin, los recursos serán a fondo perdido, pero con un diferencial a los anteriores, que éste será cubierto antes de que termine la presente administración.

Esperemos que, en este caso, dadas las expectativas tan altas que se tiene del actual gobierno, su aplicación sea muy transparente, porque en los tiempos idos, la percepción ciudadana era que aprovechaban el término de “fondo perdido”, que significa no comprobación de los mismos, para utilizarlos en provecho propio.

En fin, la esperanza de los tamaulipecos es que regresen los tiempos idos, aquellos en que en horas de la madrugada transitabas por brechas y carreteras de la entidad, y que sin pendiente alguno caminabas por las calles de tu pueblo o ciudad.

Hoy, podemos presumir que hay voluntad política por tratar de recobrar esos espacios perdidos, y si no logran que vuelvan esos tiempos, por lo menos, mejorar los actuales.

Hay que recordar que los mexicanos vivimos en la eterna esperanza de tiempos mejores… y como la esperanza es la última que muere, pues seguiremos esperando…

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