Panteón del Cero Morelos; entre La historia y el Olvido
Por José Gregorio Aguilar
Martes 29 Octubre 2019.- Para muchas personas los panteones son el lugar del eterno descanso de las personas que pasan a mejor vida y tienen la convicción de que en realidad, los cementerios son el punto de partida de la nueva vida que les espera a los difuntos.
Ciudad Victoria cuenta con tres panteones municipales: el de la colonia Libertad, el de la Cruz en la colonia Azteca y el del Cero Morelos; este último es el más antiguo; el primer huésped que albergó fue el colonizador Gregorio Pizaña; posteriormente, han llegado miles y miles de personas, ciudadanos, personajes religiosos, políticos y de toda índole a la llamada morada de los difuntos.
Recorrer los pasillos de este ancestral inmueble es viajar al pasado si se evocan las grandes hazañas de memorables e influyentes personajes de siglos pasados. En voz del cronista Ramos Aguirre pudimos recordar que el Cero Morelos vivió un episodio impactante e histórico cuando, el 16 de febrero de 1917, es fusilado en el paredón de este cementerio local el Bizarro Revolucionario Profesor y General Alberto Carrera Torres, sentenciado a muerte por un ilegal Consejo de Guerra. Por eso se conserva la placa que recuerda el fusilamiento del mismo comenta el cronista de la ciudad Francisco Ramos Aguirre.
En las soledades del camposanto, destaca una sepultura de un alto miembro de la jerarquía católica de principios de 1900, que causó polémica al negar la aparición de la Virgen y se pronunció en contra de la hipocresía de los curas, clérigos y sacerdotes, entre otras posturas nada ortodoxas, fue el maestro Eduardo Sánchez Camacho, segundo Obispo de Tamaulipas,
Familias como los Lavín, Filizola, Escandón, Montemayor, Bustamante, entre otras también descansan en el cero Morelos.
De los entierros más recientes, destaca el del líder universitario, Enrique García Guevara, en el año de 1967 encabezó un movimiento estudiantil cuya lucha culminó con la anhelada autonomía universitaria.
Por ahí cerca, a la izquierda de la entrada al panteón municipal, descansa Ismael Garza Flores, mejor conocido como “el Quemador” de quien se cuenta fue guardaespaldas de ex gobernadores.
Fue policía judicial al que se le atribuyen múltiples asesinatos, entre ellos a dos de sus compañeros. Sus restos están desde mayo de 1979 e irónicamente muy cerca se encuentran las sepulturas de las personas que asesinara: Enrique Sámano Ruiz y Marcelino.
Con el transcurso del tiempo la arquitectura funeraria de este cementerio se ha ido modificando dando paso a otra moda arquitectónica; en una parte se aprecian algunas tumbas de las primeras que se erigieron mientras que más al Oriente del propio cementerio se observan otro tipo de monumentos más modernos, con casa con recubrimiento de mármol o de cerámicas en los pisos.
Por eso este panteón es considerado patrimonio histórico del Estado, aloja a personajes que tuvieron gran influencia en la vida capitalina. En el inmueble se localizan varias tumbas relevantes y artísticas que reflejan la arquitectura funeraria de dichas épocas, así como lotes familiares de distinguidos victorenses e importantes personajes que forjaron la historia y desarrollo de nuestra entidad.
Es nuestro cementerio histórico que tenemos que conservar, preservar y hacer un llamado a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia para que restauren algunas tumbas más antiguas y podamos tener ese referente histórico de estos monumentos que fueron con los primeros que se puso en marcha este panteón del Cero Morelos refiere el cronista.
Y de hecho, de manera general, el 30 por ciento de las aproximadamente 11 mil 600 tumbas del Panteón Municipal del Cero Morelos han sido olvidadas por los familiares de esos difuntos que descansan en la eternidad.
Pero este día de muertos, y desde el 1 de Noviembre, este camposanto recibe los miles de visitantes que cada año acuden a visitar a sus difuntos. Son dos días de grandes concentraciones y bullicio, de ajetreo comercial que rompen el silencio propio de este parque funeral; dos días en que la gente va, lleva flores, pan, velas y todos los motivos tradicionales de esta fiesta de difuntos; pero como cada año, siembre habrá difuntos que no tengan quien los visite, los mismos de siempre, los abandonados.