¿La Tierra es redonda? ¿El alunizaje fue un engaño?
Shane Dawson, un youtuber estrella, siempre ha tenido un buen instinto para saciar los apetitos cambiantes de quienes usan la plataforma. Cuando empezó a publicar sus videos hace diez años hacía escenas de comedia y parodias de canciones. Pero en 2015 se pasó a la paranoia.
Ahora, un video típico de Dawson lleva música escalofriante y él junta sus manos en un gesto malévolo como el del señor Burns y anuncia: “Es momento para las teorías de conspiración”.
Las “teorías” de Dawson son recopilaciones de basurillas de cultura pop antigua, unidas por medio de videos, entrevistas de pódcasts muy alternativos y discusiones de foros web dedicados a temas espeluznantes. Vincula sus videos a los temas más discutidos —habla de los planes malvados detrás de los trompos estilo fidget spinner y de la cantante canadiense Avril Lavigne— pero también promueve los métodos antiguos de pensadores conspirativos: los illuminati son quienes manejan a toda la humanidad, la Tierra es plana y la misión del Apollo 11 fue falsa. Su video “TEORÍA DE CONSPIRACIÓN DE LA LLEGADA A LA LUNA” ha sido visto más de siete millones de veces.
Pero Dawson es un conspiracionista caprichoso. En medio de sus diatribas paranoicas sobre la Luna en ese video se pone la mano sobre el pecho y dice: “De nuevo, esto es solo una teoría. No quiero que me demanden o me encarcelen”. Luego entrecierra los ojos, como si estuviera revisando todo el cuerpo de información científica relacionada con el espacio, y dice en tono burlón: “Pero, o sea, la evidencia no es muy satisfactoria”.
(Reuters)
Es una nueva postura de moda. “Tengo mis vaivenes con las conspiraciones. Tengo una relación de amor-odio con ellas”, dijo Joe Rogan en abril durante su pódcast, en el cual ha albergado discusiones sobre teorías de los daños de las “estelas químicas”, objetos voladores y si el exbasquetbolista Magic Johnson realmente tiene VIH. En marzo, Logan Paul, un astro de YouTube que busca el impacto, publicó un seudodocumental de cincuenta minutos en el que simula fallidamente hablar de la paranoia sobre cómo la Tierra es plana y de la propaganda en contra de la NASA, para decir finalmente que todo eso es lo más estúpido que ha escuchado en su vida.
Así es como los más famosos del internet están usando un tono irónico y despreocupado para renovar viejas conspiraciones que atraen a públicos nuevos y reciclarlas en maneras en las que pueden persistir en el imaginario cultural. De ese modo, los videoblogueros han inaugurado una manera casual y nueva de vivir la paranoia. Están mutando nuestra relación con cómo siquiera creemos en las cosas: ya no se trata de tener convicciones, sino de divertirse.
Las teorías de conspiración sobre la llegada a la Luna solían ser un tema muy serio. Bill Kaysing, exempleado de una empresa que construyó cohetes para la NASA, le dio fuertes bríos al movimiento en 1976 cuando publicó por su cuenta propia Nunca fuimos a la Luna (We Never Went to the Moon: America’s Thirty Billion Dollar Swindle), un desvarío de doscientas páginas que citaba a Abraham Lincoln y a William Shakespeare e incluía misteriosas reflexiones sobre la propulsión de cohetes y fotocopias granulosas de “evidencia”. La teoría fue reavivada en 2001, en la era temprana de la colaboración masiva en internet, cuando un tipo llamado Bart Sibrel produjo un “documental“ de 47 minutos llamado A Funny Thing Happened on the Way to the Moon (Algo curioso sucedió camino a la Luna). Mezclaba videos lunares con tomas amenazantes de la Unión Soviética y de Vietnam con la narración de una voz británica muy severa, y fue comercializado en el sitio web MoonMovie.com.
La dizque investigaciones de Kaysing y de Sibrel tienen similitudes con las que abundan hoy en las nuevas plataformas. Dawson, como sus antecesores, es un artista del collage: los tres mezclan comentarios personales y desarrollan las teorías como historias de su conversión al escepticismo.
(Reuters)
Sin embargo, el ambiente es distinto.
Kaysing y Sibrel eran locos sinceros. Publicar un libro por cuenta propia, a un costo personal altísimo, requiere una convicción muy firme. Lo mismo para producir una película que pones a la venta, que cobras por vender en DVD. Sibrel dijo en 2003 a The New York Times que lloró cuando finalmente aceptó que creía honestamente en las teorías de conspiración sobre el alunizaje.
Sin embargo, hoy en día no es necesario estar comprometido con la causa para promoverla. Solamente tienes que escribir algo en Reddit o decirlo en un pódcast o poner un emoji de mitad risa-mitad llanto encima de una fotografía de un astronauta en la Luna y publicarla en Instagram.
En los últimos años, el fantasma de que el primer alunizaje humano fue falso ha sido retomado por figuras tan diversas como el fundador del sitio Infowars, Alex Jones (quien lo trató como un tema mortalmente serio); Rogan, el conductor de un pódcast famoso (quien presentó el tema como una divagación curiosa) y el jugador de la NBA Stephen Curry (quien lo dijo en tono de broma y después fue invitado por la NASA a visitar la colección de rocas y muestras lunares).
Dawson, el gran protagonista de temas conspirativos en YouTube, muestra todos esos tonos a la vez; modula su punto de vista en cada oración. Es el nuevo conspiracionista: ambiguo.
El célebre diagnóstico de Richard Hofstadter The Paranoid Style in American Politics (El estilo paranoico en la política estadounidense), de 1964, describió a quienes creen en temas paranoicos como “mentes iracundas” habilitadas por “la exageración intensa, la suspicacia y la fantasía conspirativa”.
(Nasa)
No obstante, ahora las figuras conspirativas más a la moda no están enfurecidas. No se la pasan llorando sobre el tema lunar. Rogan, del pódcast, ha cultivado una imagen del tipo buena onda que solo quiere contemplar ideas locas antes de hacerlas a un lado. Aunque Dawson predica desde una de las plataformas más grandes del mundo —su canal tiene más de veinte millones de suscriptores—, se presenta como si estuviera asomándose a las partes más oscuras del internet para descubrir con asombro que ahí hay ideas chifladas, como si estuviera viendo una película de terror con veinte millones de sus amigos más cercanos.
Después de su video sobre la investigación lunar, su conclusión es: “Más o menos sí lo creo”.
Parece que la ambigüedad emocional se ha vuelto la modalidad predominante de la cultura web. Es a lo que recurren los troles en línea, que se quedan en una línea difusa entre ser sinceros y jocosos para crear caos. Es la postura de muchos en la derecha alternativa o extrema (llamada alt-right en inglés), que recicla las ideas antiguas del nacionalismo blanco con los memes de internet, que disfraza creencias serias con una pátina de ironía. Es también parte de las personalidades más juguetonas y animadas de YouTube.
Como los otros videoblogueros que hacen monólogos sobre maquillarse o las relaciones o la vida familiar, Dawson se mueve entre ser la autoconfianza y el autodesprecio.. Pronuncia contundentemente algo para después socavarse a sí mismo con comentarios al margen.
Un fragmento que Dawson usa en uno de sus videos es una muestra de esto. “Son los hechos, nada más”, le dice a la cámara en medio de su “investigación” sobre la moralidad de la pizzería Chuck E. Cheese. Luego pestañea, levanta sus manos y se corrige a sí mismo: “No, espera, la verdad no. Es una opinión, nada más”. La cámara se aleja de su cara mientras él hace un gesto como de vergüenza:
Los “hechos”
El punto no es si la conspiración es real o no, si son los hechos o una opinión, ni siquiera si lo que se está diciendo es plausible. El punto es que es divertido y estimulante.
Los teóricos de conspiración clásicos estaban por lo general motivados por la desconfianza en las autoridades o el sentimiento de falta de poder en el ámbito social, pero los teóricos ambiguos se animan con un impulso mucho más sencillo: están aburridos. Para ellos es divertido o hasta tranquilizante encontrar patrones efímeros de la cultura pop, como si fuera un juego de emparejar mosaicos. Los videos de Dawson normalmente empiezan con un mensaje de advertencia de que el contenido solamente es para fines “de entretenimiento”.
YouTube dijo hace poco que se encargaría del contenido conspirativo en su plataforma y que ofrecería hechos para combatir las teorías. Al ver la película casi documental de Sibrel —que, claro, ahora está disponible en YouTube— aparece un mensaje automático: YouTube insertó un extracto de un artículo de la Enciclopedia Británica sobre la llegada a la Luna en esa página.
Por ahora, el video de Dawson no tiene inserciones.
No hay evidencia de que las plataformas basadas en el contenido de los usuarios, como YouTube, Facebook o Reddit, hayan enaltecido las creencias en teorías de conspiración. Habrá parte de la población que siempre ha creído en temas estrafalarios de planes malvados de algún gobierno. Pero internet ha logrado algo todavía más cínico: lo que crees ahora es irrelevante. Las telenovelas fueron reemplazadas por las series de telerrealidad y ahora por los videos de YouTube, y en el camino la línea divisoria entre la fantasía y la realidad se volvió algo pasada de moda. Formular teorías de conspiración ya no tiene estigma: ahora es lo que uno hace para divertirse.
En un video del año pasado sobre si la Tierra es “realmente” redonda, Dawson lo planteó así: “Tal vez hace veinte años todos pensaban: ‘Wow, qué estúpido. Eso es una locura’. Pero ahora siento que todos están como aceptando que la llegada a la Luna es falso”.