El arte de la fuga
Por: Desiderio García Sepúlveda
El descontento gana terreno
El barómetro internacional que AMLO presumía hoy exhibe la vulnerabilidad estratégica de Claudia Sheinbaum.
Mientras la narrativa nacional del Gobierno celebra un 70% de aprobación, el termómetro internacional que Morena solía presumir coloca a Claudia Sheinbaum en un preocupante 41 por ciento. Esa caída de 24 puntos en un año no parece un accidente estadístico, sino el reflejo de un malestar urbano profundo que el oficialismo dejó crecer. El cruce donde la desaprobación supera a la aprobación marca, en los hechos, el final anticipado de cualquier luna de miel presidencial.
La empresa estadounidense Morning Consult no solo mide el clima político; establece jerarquías. En su ranking de noviembre de 2025, Sheinbaum cae al noveno lugar global, empatada con Donald Trump y apenas por encima de Lula da Silva. Muy lejos de Narendra Modi presidente de India, quien encabeza la lista con un 71% de aprobación. La imagen de México en ese tablero dejó de ser un activo diplomático para convertirse en señal de advertencia.
La caída muestra una erosión sostenida: del 62% en noviembre de 2024 al 41% actual, mientras la desaprobación crece del 29% al 53%. El dato que Morena intenta minimizar es justamente el que debería encender las alarmas. El electorado urbano, más expuesto a la violencia, la corrupción y el deterioro institucional, se está alejando del gobierno a un ritmo que ningún apoyo económico compensa.
Aquí se dibuja la fractura más visible del sexenio: dos Méxicos que conviven sin tocarse. Las encuestas nacionales tradicionales capturan a los sectores de menores ingresos, más beneficiados por los programas sociales. Mitofsky, Enkoll y El Financiero: todos reportan cifras de aprobación al gobierno actual con porcentajes del 70 u 80 por ciento. En contraste, el panel digital de Morning Consult refleja el clima de las zonas urbanas, económicamente más dinámicas y mediáticamente más presentes. Dos metodologías, dos realidades y dos narrativas que no dialogan entre sí.
El efecto político llegó rápido. El mismo día en que se difundió la encuesta con el descenso de popularidad de la presidenta, Morena en el Congreso frenó la reforma para adelantar la revocación de mandato a 2027. La excusa oficial, fue la necesidad de “ampliar el debate”. En la práctica, porque ningún estratega serio arriesgaría a una presidenta con 53% de rechazo en un ejercicio donde el voto negativo suele movilizarse mejor que el voto leal.
La ironía es inevitable: la encuesta favorita de López Obrador, exhibida mes tras mes en Palacio Nacional, hoy es el principal argumento de la oposición para cuestionar a su sucesora. No solo por la caída en popularidad, sino porque expone una percepción creciente de fracaso en seguridad y combate a la corrupción. Las cifras oficiales pueden presumir reducciones en homicidios, pero la percepción ciudadana avanza por carriles distintos, y en política esa apreciación importa tanto como los datos.
El desafío para la presidenta Sheinbaum ya no es buscar sostener su popularidad, sino contener el aumento de la inconformidad de la población. La estructura del bienestar le da estabilidad táctica, pero convive con una vulnerabilidad estratégica que crece en silencio. Si el malestar urbano se convierte en fuerza electoral organizada, el riesgo para la Cuarta Transformación no se asoma en 2028, sino en 2027. Y esa, por ahora, es la señal que deja ese 41 por ciento. Un número que ya no describe una tendencia: anuncia un punto de cambio.