El arte de la fuga

El arte de la fuga

Por: Desiderio García Sepúlveda

Adán Augusto y la ley que fracturó su poder

La reforma a la Ley de Amparo no sólo desató un debate jurídico: exhibió fracturas en el poder y el fin del blindaje político del exsecretario de Gobernación—.

El liderazgo de Adán Augusto López acaba de recibir un golpe político difícil de revertir. La polémica cláusula retroactiva incluida en la reforma a la Ley de Amparo —impulsada desde su bancada en el Senado— no sólo provocó una crisis legal, sino una respuesta presidencial que lo dejó expuesto, sin el respaldo de Claudia Sheinbaum. En política, los errores se pagan caro cuando revelan desobediencia; y esta vez, la factura llegó desde Palacio Nacional.

El artículo transitorio que pretendía dar efecto retroactivo a la nueva Ley de Amparo fue introducido, según legisladores cercanos al bloque morenista, a instancias de la consejera jurídica Ernestina Godoy y ejecutado por Adán Augusto en su papel de operador legislativo. La jugada ignoró un principio elemental: el artículo 14 constitucional prohíbe la retroactividad en perjuicio de persona alguna.

La presidenta Sheinbaum no tardó en marcar distancia.  Advirtió que “no puede haber retroactividad de la ley cuando afecta derechos”. Con esa frase desautorizó públicamente a su colaborador y ordenó que la Cámara de Diputados corrija el texto. Fue un mensaje de poder: en su gobierno no hay espacio para los excesos jurídicos ni para las agendas personales.

El exministro Arturo Zaldívar reforzó la postura presidencial al calificar de “inadecuada” la redacción del artículo transitorio. Incluso el ministro presidente de la Suprema Corte, Hugo Aguilar Ortiz, adelantó que, de persistir el error, será el propio tribunal quien lo enmiende. La coincidencia entre el poder Ejecutivo y el Judicial dejó solo a Adán Augusto, que pasó en cuestión de días de ser un operador clave del oficialismo a símbolo de improvisación política.

Pero la crisis por la Ley de Amparo no se reduce a un tropiezo técnico. En el fondo, revela el reacomodo interno del poder. La presidenta Sheinbaum demostró que el mando ya no se comparte y que cada movimiento legislativo se interpreta como gesto de lealtad o desafío. Adán Augusto cometió el pecado de la desobediencia técnica: mover una pieza sin autorización. Y en el ajedrez del poder, eso equivale a quedar fuera del juego.

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