Cinco territorios que compró Estados Unidos y no sabías
A pesar de la controversia y de la consecuente crisis diplomática que ha suscitado la idea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de comprar Groenlandia, la realidad es que a lo largo de la historia este tipo de transacciones sirvieron para configurar el actual mapa estadounidense.
Sin embargo, como apuntó este miércoles la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, “afortunadamente, los tiempos en que podías comprar y vender territorios y poblaciones ya se acabaron”, por lo que no resulta extraño que el presidente de ese territorio autónomo danés, Kim Kielsen, calificara la propuesta de “absurda”.
Ante la reacción de Kielsen y Frederiksen, quien expresó su apoyo al presidente groenlandés, Trump optó por cancelar su inminente viaje a Dinamarca debido, según indicó el propio mandatario, más al tono que a la negativa de sentarse a negociar.
Desde el punto de vista de la Casa Blanca, esta operación habría resultado especialmente apetecible por cuestiones económicas y estratégicas, es decir, los mismos motivos que en el pasado llevaron a Washington a gastar millones de dólares en la compra de otros territorios, como los siguientes:
LUISIANA: PRIMER CASO Y CIMIENTO DE UNA NACIÓN.
En 1803, Francia y Estados Unidos acordaron la venta de Luisiana por 15 millones de dólares de la época, que -según datos de la organización Global Policy Forum- equivaldrían a unos 193 millones de dólares de 2005.
Esta compraventa, no obstante, se produjo en un momento propicio puesto que Napoleón Bonaparte vio en la propuesta del entonces presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson, una vía que le permitiría reducir su presencia en América al tiempo que servía para financiar sus contiendas en Europa.
Los cerca de 1,3 millones de kilómetros cuadrados adquiridos entonces por el Gobierno estadounidense representan hoy día el 23,3 % de la superficie del país.
FLORIDA: ESPAÑA TAMBIÉN VENDE SUS COLONIAS.
El éxito de la operación de Luisiana, a la que siguió otra transacción similar en el valle del Río Rojo, impulsó al Capitolio a repetir la jugada con parte de Florida, en manos del reino de España desde 1513 cuando Juan Ponce de León reclamó la península durante la primera expedición oficial europea a Norteamérica.
A pesar del valor histórico, Madrid no tuvo reparos en desprenderse de esta región del sur de Estados Unidos por apenas 5 millones de dólares, que, además, nunca llegaron a las arcas de la Corona, puesto que Washington utilizó estos fondos para saldar las cuentas que algunos ciudadanos estadounidenses mantenían con España.
CALIFORNIA: MÁS QUE UNA VENTA, UNA CONCESIÓN.
A raíz de la victoria estadounidense en la guerra con México en 1848, el vecino del sur acabó cediendo a modo de compensación una vasta superficie que prácticamente equivalía a la mitad de su territorio.
Actualmente, estas tierras albergan los estados de California, Nevada y Utah, así como partes de Arizona, Colorado, Nuevo México y Wyoming.
ALASKA: EL GRAN ERROR ESTRATÉGICO DE RUSIA.
El 9 de abril de 1867, Washington y Moscú firmaban la venta de Alaska por 7,2 millones de dólares, lo que equivaldría a unos 90 millones de dólares de 2005.
A pesar del precio de la venta, esta transacción se ha acabado convirtiendo en uno de los mayores errores de cálculo de la historia de Rusia, un país que desde hace décadas ve cómo su principal adversario explota los recursos energéticos de un territorio que fue suyo.
Además, la localización de esta región convierte a Alaska en un punto estratégico clave para controlar el tránsito marítimo en el mar de Bering, una de las principales vías de acceso al océano Ártico.
ISLAS VÍRGENES: DINAMARCA VENDE, PERO NO TODO.
El deseo de Washington de hacerse con Groenlandia se remonta a mediados del S. XIX, pero Dinamarca siempre se ha mostrado contraria a cerrar semejante transacción.
Sin embargo, en 1917, Copenhague sí vio con buenos ojos la posibilidad de vender al Gobierno estadounidense las Indias Occidentales Danesas, que acabarían siendo rebautizadas como Islas Vírgenes.
Casi tres décadas más tarde, en 1946, los daneses rechazaron sentarse a negociar con el entonces presidente Harry Truman la posible venta de Groenlandia por 100 millones de dólares; una negativa que, según parece, ha dejado en Washington el regusto de una obra inacabada que merece la pena ser revisitada cada cierto tiempo.