“Nos vemos en el pódium”; una promesa incumplida
Cada vez que se escribe de Ayrton Senna llega de inmediato la imagen del brasileño rozando su McLaren con el monoplaza del francés Alain Prost, su diestra levantando una insignia brasileña después de rebasar la bandera a cuadros y su cara de niño bueno en aquellas pistas del siglo pasado en la Fórmula 1. También llega el recuerdo de aquel bólido de la Williams-Renault pilotado por el depredador de Sao Paulo, corriendo a 218 kilómetros por hora y estrellándose en la curva llamada Tamburello (en el GP de San Marino), en aquella trágica tarde en la que el tricampeón del mundo perdió la vida.
En realidad fue un chico malo. Senna decía que en la pista tenías que ser un depredador. El maloso. El killer. Los niños buenos no ganan títulos. También decía que el segundo lugar es el primero de los perdedores. Desde que competía en kart quería llegar primero. En la pista no hay amigos y, para muestra tienes la rivalidad legendaria que tuvieron Ayrton y Alain Prost, quienes hicieron de McLaren la mejor escudería que llegó a tener este circo”.
El que platica lo anterior es el mexicano Jo Ramírez, quien se encuentra en Imola, Italia, donde hoy se harán honores al piloto brasileño, a 25 años de su partida.
Joaquín Ramírez, ingeniero mecánico de la UNAM y exdirector de McLaren en tiempos del “matrimonio Senna-Prost” fue uno de los amigos más cercanos del mítico piloto y hoy será el encargado de dar un mensaje precisamente en aquella pista de malos recuerdos.
Me pones en la pista a Fangio, Prost, Senna, Jackie Steward, Hamilton, Schumacher y Jim Clark, los mejores volantes de la Fórmula 1.
Definitivamente me quedo con Ayrton, el mejor piloto de la historia. Él hizo que los brasileños olvidaran el futbol y que el mundo entero estuviera pendiente de sus hazañas”, comenta vía telefónica aquel mexicano que maneja un Fiat Cinquecento con el sonido de Tequila como claxon y que guarda en su casa de Andalucía cascos, biblias, guantes, fotos, volantes y una superlicencia de aquel ídolo que siguen recordando, incluso aquellos niños, como el británico Lewis Hamilton, quien creció mirando a Senna por TV y soñando en llegar a ser como el brasileño, algún día.
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El veterano Jo comenta que hoy, más que conmemorar la fecha de su trágica muerte, “queremos recordar lo que Ayrton fue en vida. Se pondrán en la pista de Imola varios autos que manejó Ayrton y otros de colección. Era un extraordinario ser humano, siempre leyendo versículos de la Biblia antes de subirse a su monoplaza. Existía el mito de que Senna hablaba con Dios y Prost respondía irónicamente que Senna manejaba de manera agresiva, porque se sentía protegido por el Creador. En los pits se le veía muy pensativo, pero era muy carismático entre los aficionados. De hecho, en el duelo que sostuvo con Alain Prost, siendo coequiperos, el que dio la imagen del malo de la película siempre fue el francés. Ayrton parecía que no rompía un plato”.
Jo Ramírez pretende ser objetivo al momento de calificar a estos dos monstruos de la Fórmula 1. A Prost lo dibuja como un hombre cerebral, calculador, muy limpio en su manejo. “El Profesor hacía lo necesario para ganar el campeonato (si llegar en quinto puesto le daba el campeonato, Prost llegaba en quinto). Senna danzaba alegremente en las pistas, siempre queriendo vencer a los demás. Siempre con el acelerador al tope”.
Comenta que el primer año de estos pilotos en McLaren (1988) “fue fantástico. Los dos se respetaban mucho. Cuando Senna llegó a las pistas, Prost era el número uno y cuando firma con McLaren lo único que tenía en mente era derrotar al campeón del mundo, y en su propia escudería. Prost lo recibió con los brazos abiertos, pues no tenía ningún prejuicio sobre Ayrton. Cenaban juntos, charlaban. En el segundo año empezaron los problemas, pues tenían el mismo objetivo y literalmente no cabían en las pistas”.
Se le pregunta a Jo, quien vivió de cerca el duelo en McLaren (era el director de la escudería), si los pilotos llegaron a los golpes. “No, nunca. Se gritaron una o dos veces, después del Gran Premio de Portugal cuando Senna empujó a Prost muy cerca del pit lane, donde estaban los mecánicos en los fosos. Alain le gritó a Senna diciéndole que si quería el campeonato, tanto que estaba dispuesto a matarse por él, pues que se lo quedara. Que Prost no quería morir por una carrera”.
Jo confiesa que Prost era más divertido que Senna, fuera de las pistas. “Ayrton era más intenso y platicaba siempre de problemas con el auto y cómo mejorar al siguiente día. Con Prost platicabas de mujeres, de la vida, de todo. Aunque Senna, cuando ganaba una carrera, era muy divertido, bailaba como loco toda la noche.
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El 1 de mayo de 1994 se apagó la vida de Ayrton. Senna estaba muy impresionado por la muerte del austriaco Roland Ratzenberger en la pista italiana, el día anterior. Jo rememora que el brasileño “estaba en shock porque acababa de conocer a Ratzenberger. Lo vi muy serio, ya no estaba en mi equipo (firmó con Williams-Renault) y Prost se había retirado y estaba en los pits como invitado. Al enterarse de la muerte de Roland, Ayrton me pidió que le reservara un helicóptero para volar a Portugal, apenas terminara la carrera”.
Jo Ramírez aún recuerda aquella tarde de hace 25 años. “El día de la carrera nos saludamos, me agradeció lo del helicóptero, le dije que en McLaren esperábamos su retorno y un ‘nos vemos en el pódium’. Se veía triste”.
Existe la anécdota de que el médico de la FIA vio tan mal a Senna
que se le acercó y le propuso que se jubilaran ambos antes de aquella carrera. Que se irían a pescar y a platicar de cualquier cosa. Senna no le contestó.
La carrera de Imola fue la tercera de aquel fatídico 1994. Las dos anteriores, en Interlagos y Okayama, fueron ganadas por el alemán Michael Schumacher. Ayrton no se acomodaba al Williams-Renault y necesitaba sumar puntos para pelear ante la sensación teutona. Había ganado la pole un día anterior y salió veloz para conquistar su primera carrera del año y subir al podio, tal y como le prometió a su amigo mexicano.
Fue a las 14:17 horas en Imola, en la séptima vuelta. La imagen en internet se repite 25 años después, en los que se mira el bólido estrellarse en la curva de Tamburello. Fue a 218 kilómetros por hora. Una varilla de la suspensión atravesó el casco del piloto de 34 años y los médicos de la FIA llegaron a su auxilio. Demasiado tarde. Un helicóptero se lo llevó al hospital de Bolonia, donde se anunció su muerte dos horas después.
Senna tendría hoy 59 años. Joaquín Ramírez lo imagina ayudando a la gente. “Me atrevo a decir que pudo ser presidente de Brasil, porque su país lo adoraba. Para mí siempre será el más rápido de la Fórmula 1”.
FUE UN SHOCK PARA EL PAÍS
Para muchos brasileños es el primer recuerdo que guardan en su memoria, otros directamente enterraron su afición por la Fórmula 1 para siempre, pero todos recuerdan qué hacían el 1 de mayo de 1994, el día que murió Ayrton Senna, el último héroe nacional de Brasil.
La noticia fue un auténtico shock para el país. “Accidente mata a Ayrton Senna”, publicaba el diario Folha de Sao Paulo en su portada. “Brasil pierde a Senna”, titulaba O Globo.
Incluso una estudiante de 16 años se suicidó días después en su casa en la ciudad de Curitiba, para “encontrarse” con el fallecido piloto.
Sus restos mortales llegaron al aeropuerto de Guarulhos, envuelto en una bandera de Brasil.
En silencio, más de un millón de personas se despidieron del último héroe nacional formando una caravana histórica que retrasó por dos horas el funeral, al que no faltaron grandes iconos como el francés Alain Prost, el inglés Nigel Mansell y el alemán Michael Schumacher, tres de sus máximos rivales en la pista.
EL NIÑO DEL TRICICLO
Desde niño, Senna dejó ver su pasión por el mundo de los motores y rápidamente los triciclos le dieron paso a un pequeño kart con motor adaptado de una guadaña que fue construido en la fábrica metalúrgica de su padre, Milton.
Ya con diez años, “Beco” despertaba a sus vecinos los domingos con el rugido del kart fabricado por su padre y aquellos se desquitaban con el chico.