Del Edomex llega la alegría para las posadas
Desde hace más tres décadas decenas de familias como la de los Ramón se han dedicado a preservar una tradición que data del siglo XVI, el de elaborar piñatas de forma tradicional en el Estado de México
Esta tradición llegó a México en el año 1586 (siglo XVI), cuando los frailes agustinos de Acolman recibieron la autorización del papa Sixto V para celebrar las “misas de aguinaldo”, que más tarde se convertirían en las posadas.
Así, desde entonces, Acolman se convirtió en la cuna de las piñatas
Jesús, artesano de esta localidad, explicó que la piñata original era una olla de barro, a la que se le agregó papel de china de colores para hacerla más vistosa y para representar los placeres superfluos.
Además, se le colocaron siete picos para simbolizar los pecados capitales que debían ser destruidos con los ojos vendados, “haciendo alusión a que la fe es ciega”. El palo con el que destruye la piñata demuestra la virtud terminando con las tentaciones.
Mientras que los dulces que en ese entonces se colocaban en la piñata representaban las riquezas del reino de los cielos,
Así, desde dos meses antes de la temporada navideña, talleres como el de María Luisa Ramón, en la colonia Benito Juárez, en Nezahualcóyotl, se llenan de papel de china de todos los colores, engrudo, cartón, confeti, ollas de barro así como de mucha creatividad
María Luisa recuerda que fue su padre, quien le enseñó a ella y sus hermanos a elaborar las piñatas y después ella y su esposo a sus hijos, por lo que tiene ya más de 35 años con esta labor
“Mi papá fue el de la idea de hacer piñatas, realmente como, no sabemos si por necesidad, si fue por gusto, si fue por otro motivo por el cual él inició con esto, simplemente un día nos levantamos y dijimos vamos a hacer piñatas. Hasta el día de hoy tenemos 35 años mejorando, porque al principio, como no sabíamos, trabajamos lo que era comercial y ahorita ya es decorativo”.
Han pasado los años, y aunque hay mucha tecnología aseguran las piñatas se siguen haciendo de manera artesanal, por lo que todos los días se cortan cientos de tiras de papel y se forman las piñatas,
“Cada piñata tiene un proceso diferente, porque trabajo muchos modelos no todos son el mismo diseño como puede variar entre dos o tres horas dependiendo el trabajo y dependiendo el tamaño”, explicó.
Inicialmente eran las estrellas de cinco, siete y nueve picos, ahora no sólo se elaboran estas en diferentes tamaños que van del medio metro hasta los nueve metros, sino que pasó de la olla de barro al cartón
Y no sólo las estrellas abarrotan los mercados y ferias de la piñata como la que se establece en Acolman y Nezahualcóyotl, sino ahora se ha dado paso a figuras de películas de Disney y dibujos animados, por lo que se puede encontrar desde un Santaclós, hasta Frozen, sin faltar personajes mexicanos queridos por los niños como el Chapulín Colorado o la Chilindrina.
El Estado de México se ha convertido en uno de los principales productores de piñatas en el país, por lo que hay familias como la de Álvaro Dávila, en Otumba, que produce al año cerca de 50 mil piñatas, por lo que incluso muchas de estas piezas artesanales han sido exportadas a China, Estados Unidos y Guatemala.
Así cada año, aumenta el número de familias que se suman a esta tradición en los municipios de Otumba, Acolman, Nezahualcóyotl y Xonacatlán, entre otros, que buscan tener un ingreso económico y preservar las tradiciones de México, con las piñatas que imprimen alegría en miles de hogares cuando son rotas durante las nueve posadas.