Epstein pagó para no ser atacado
Jeffrey Epstein, el prisionero número 76318-054, odiaba la celda que le habían asignado en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan: era húmeda, apretada y estaba infestada de roedores. Acostumbrado a usar su riqueza para poder establecer sus propias reglas, Epstein empezó a buscar una solución.
Les pagó a varios abogados para que visitaran la prisión por hasta casi doce horas diarias, lo que le otorgaba el derecho a verlos durante ese tiempo en una sala privada de reuniones. Epstein pasaba tanto tiempo allí que en ocasiones lucía hasta aburrido, en silencio al lado de sus abogados, de acuerdo con personas que presenciaron esas reuniones. En esas jornadas en las que veía a los abogados, Epstein y sus allegados usualmente dejaban vacías las máquinas expendedoras de bebidas y dulces.
Epstein ideó otra estrategia para cuando estaba fuera de la sala de reuniones, con el fin de evitar ser atacado por los demás reos: les depositaba fondos en sus cuentas del comisariato, según un consultor que acude a la cárcel y habla con los detenidos.
La prisión significaba para Epstein estar lejos de su vida de lujos, que incluía una isla privada en el Caribe, una mansión de 56 millones de dólares en Manhattan y una red de amistades con poderosos. Convenció a los encargados del centro correccional de que no era un riesgo para sí mismo, aun cuando ya había una investigación especial sobre su posible intento de suicidio el 23 de julio. La gestión del centro correccional era deficiente.
A la mañana siguiente, Epstein, de 66 años, estaba muerto. A las 6:30 fue encontrado por al menos uno de los guardias en la celda, inconsciente y con la piel azulada por falta de oxígeno, después de haberse colgado con una de las sábanas.
Uno de los empleados activó la alarma para alertar de una emergencia, según un oficial. Empezaron a sonar las radios: “Alerta por cuerpo en South”.
Los miembros del personal cortaron la sábana con la cual estaba colgado e intentaron reanimarlo. Una hora después, fue declarado muerto.
Una revisión de los últimos días de Epstein hecha por The New York Times (a partir de decenas de entrevistas con policías, empleados del Buró de Prisiones, abogados) sugiere que la muerte de Epstein sucedió cuando le quedó claro que no iba a poder aprovechar su riqueza ni sus privilegios para sortear el sistema legal.
Jeffrey Epstein le tenía pavor a la vida detrás de las rejas. Hace unos años mandó pintar un mural fotorrealista en el segundo piso de su mansión en el Upper East Side: era una escena en una prisión con alambre de púas, oficiales y una estación para guardias. Epstein aparece al centro del mural. Dijo que quería que ese mural fuera un recordatorio de dónde podía terminar si no era cuidadoso.
Hasta entonces, Epstein había utilizado su riqueza para evitar la prisión en condiciones verdaderamente punitivas por un caso de 2008 en Florida; su equipo de abogados de élite negoció un acuerdo muy criticado con fiscales federales que le permitió a Epstein declararse culpable de cargos estatales de solicitar sexo pagado a una menor de edad. A cambio, Epstein evitó cargos federales por tráfico sexual.
Estuvo trece meses en un ala privada de la prisión del condado de Palm Beach, con permiso para salir durante la jornada laboral por seis días a la semana.
Esta vez no sucedió lo mismo.
EL CASO
- Jeffrey Epstein fue acusado de operar una red de tráfico sexual de niñas.
- El hombre de 66 años estuvo preso en la cárcel del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, conocido como “la Guantánamo” de Nueva York. Se suicidó ahorcándose en su celda.
SE VA JEFE DE PRISIONES
El fiscal general de Estados Unidos, William Barr, anunció el reemplazo de Hugh Hurwitz, jefe de prisiones federales, tras el suicidio del magnate acusado de explotación sexual de menores, Jeffrey Epstein.
Con lo cual, Kathleen Hawk Sawyer será la directora de la Oficina Federal de Prisiones.
Hawk Sawyer, sicóloga experta en cárceles, ya ocupó ese cargo antes, desde 1992, cuando fue nombrada por el propio Barr (quien era fiscal general entonces), hasta 2003.
Su nombramiento se produce nueve días después de que Epstein, un financiero que se movía en poderosos círculos políticos, se suicidara en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York mientras supuestamente estaba bajo una estrecha vigilancia después de un intento de suicidio anterior.
La muerte el 10 de agosto del administrador de fondos de cobertura, que estaba detenido en uno de los centros penitenciarios más seguros del país, causó revuelo.
Citando “graves irregularidades”, Barr transfirió rápidamente al director de la prisión y suspendió a dos guardias.