
El arte de la fuga
Por: Desiderio García Sepúlveda
La voz humana bajo amenaza
La inteligencia artificial (IA) no debería ser enemiga del talento humano. Sin embargo, cuando se utiliza para reemplazarlo sin regulación, sin consentimiento y sin compensación, se convierte en una amenaza directa para miles de voces que literalmente dan vida a nuestras historias.
En México, más de mil 800 actores y actrices de doblaje sostienen una industria que factura cerca de 66 millones de dólares al año. Nuestro país produce el 60 por ciento del doblaje al español a nivel global. Pero esa relevancia está hoy bajo asedio: la irrupción de voces sintéticas, capaces de imitar timbres y emociones humanas con precisión inquietante, ya está mermando las oportunidades laborales en el sector.
La automatización ha comenzado a desplazar de manera silenciosa a profesionales del micrófono. Desde locuciones comerciales hasta cursos corporativos, las máquinas están ocupando espacios antes reservados a voces humanas. El caso más alarmante ocurrió recientemente, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) utilizó sin autorización una clonación de la voz del fallecido Pepe Lavat, legendario narrador de Dragón Ball Z, en un video de TikTok con fines promocionales.
Ante la denuncia de la viuda del actor, el INE negó inicialmente haber clonado la voz. Sin embargo, la presión mediática obligó al organismo a admitir el uso del programa Fakeyou, una plataforma gratuita con más de 8 mil 500 voces disponibles, entre ellas una etiquetada como “Narrador de Dragón Ball” idéntica a la voz de Lavat. El argumento del instituto fue el recorte presupuestal de este año del 40 por ciento, que lo llevó a optar por una herramienta de IA en lugar de contratar a un locutor profesional. Una justificación que pone en evidencia el vacío legal que rodea esta práctica.
El hecho encendió la indignación del gremio artístico. La Asociación Nacional de Actores (ANDA), convocó una manifestación el pasado 13 de julio en el Monumento a la Revolución. Donde actores, ingenieros de audio, traductores y locutores alzaron la voz para exigir una regulación urgente que proteja sus derechos laborales frente al avance descontrolado de la IA.
Mientras tanto, en el Congreso, las reformas legales siguen sin discutirse. El diputado morenista Paulo Emilio García González presentó una iniciativa para actualizar las leyes laborales, de derechos de autor, de protección de datos y de cinematografía. Su objetivo es evitar el uso no autorizado de imagen y voz, impedir que las obras generadas por IA sean registradas como creaciones intelectuales y reconocer la voz como dato biométrico. Pero la acción legislativa va con retraso, mientras la automatización avanza con paso firme.
Se proyecta que el mercado global de doblaje con IA alcanzará los 218 millones de dólares en 2033. En México, el impacto podría traducirse en la pérdida de más de mil 200 empleos directos.
La presidenta Claudia Sheinbaum ya reconoció la preocupación del gremio artístico y aseguró que “hay que proteger su trabajo, pero también su voz”. Añadió que la Consejería Jurídica de su gobierno revisará posibles esquemas de protección. Palabras necesarias, pero aún insuficientes ante la incertidumbre laboral y el vacío legal que los amenaza.
Parafraseando a Cicerón: “la voz es el sello de la libertad”. Si permitimos que la tecnología borre nuestras voces sin ética ni regulación, no solo perderemos empleos: perderemos una forma esencial de narrarnos como sociedad.