
El arte de la fuga
Por: Desiderio García Sepúlveda
Sheinbaum y las reglas para 2027
En Morena, el juego por el poder nunca se detiene. A pocos meses de iniciar el gobierno de Claudia Sheinbaum, ya se libra una batalla interna en el partido por las candidaturas de 2027. En ese contexto, sorprende que la presidenta haya decidido intervenir en el tema de las campañas anticipadas, no como autoridad institucional, sino como “militante con licencia”. La jugada es política, no legal y manifiesta el estado del capital político de la presidenta de México en este momento.
La titular del ejecutivo enviará este miércoles una carta a la dirigente de Morena, Luisa María Alcalde, pidiendo que se establezcan reglas claras sobre los tiempos y el financiamiento para quienes aspiren a cargos en 2027. El detonante de esta intervención es la senadora Andrea Chávez, protegida del líder de la bancada de Morena en el Senado, Adán Augusto López, quien reconoció haber recibido donaciones de empresarios para promocionar su imagen a través de ambulancias y camiones médicos en Chihuahua, donde buscará la gubernatura.
Hay dos formas de interpretar este movimiento. La más generosa sugiere que la presidenta quiere ordenar la casa y evitar que se repita el caos de las “corcholatas” en 2023, a pesar de haber sido ella la principal beneficiada en ese conflicto. Con esta medida busca impedir campañas simuladas, gastos opacos y conflictos internos que desgasten al partido.
Sin embargo, también hay una lectura menos amable y más realista: este gesto puede entenderse como un intento de controlar el juego interno desde la presidencia. Sheinbaum afirma que no es una orden, sino una recomendación. Pero todos en Morena saben leer los tiempos del poder. En un partido tan vertical como Morena, una “sugerencia” presidencial debería pesar más que cualquier norma formal. La carta, aunque sin carácter oficial, pretende marcar la línea política.
Habrá que esperar la opinión de Adán Augusto López y Ricardo Monreal desde el Poder Legislativo sobre esta sugerencia de la presidenta. Es una verdad a voces que, desde el inicio del sexenio, ellos buscan colocar a sus allegados en las gubernaturas a disputarse en 2027.
Pero, si el objetivo de la presidenta es realmente garantizar transparencia y legalidad, ¿por qué no impulsar una reforma que regule claramente la promoción anticipada en todos los partidos? ¿Por qué no hacer del INE el árbitro efectivo de estas prácticas, en lugar de dejarlo en manos de los dirigentes partidistas?
La respuesta es sencilla: sabe que esta iniciativa no prosperará en un Poder Legislativo dominado por los lopezobradoristas, quienes han demostrado en más de una ocasión que no siguen la línea política señalada desde Palacio Nacional. El caso de Andrea Chávez es solo un ejemplo. Morena —y los otros partidos políticos— llevan años tolerando simulaciones de campaña disfrazadas de informes, “giras de agradecimiento” o actos “ciudadanos”. En Tamaulipas, los senadores Olga Sosa, Maky Ortiz y José Ramón Gómez Leal no pierden oportunidad para promocionar su imagen en el estado, en un descarado madruguete en busca de la gubernatura.
En conclusión, el movimiento de la presidenta Sheinbaum puede leerse como un intento de poner orden. Pero si no va acompañado de mecanismos institucionales, verificables y aplicables a todas las fuerzas políticas, corre el riesgo de ser solo una maniobra más para obtener el control interno de su partido. Morena —y el país— necesitan reglas firmes, transparentes y vigiladas por autoridades imparciales, no instrucciones disfrazadas de sugerencias. De lo contrario, seguiremos en el mismo juego de siempre: simulación, ventajas disfrazadas de legalidad, financiamientos turbios y decisiones marcadas por la voluntad de los grupos de poder.