SIN CORTAPISAS.
Por: Claudia Vázquez Andrade.
Un negocio el pluripartidismo.
En México se tiene la presunción que entre más partidos políticos se tienen, más democrática es una elección. Y en escencia así habría de ser porque en cada proceso electoral debería de haber un candidato a determinado puesto de elección popular por cada partido, lo que permitiría al mexicano, y obvio al tamaulipeco, tener un abanico más grande de opciones para elegir a su representante, sin embargo, no es así.
Pese a lo que se pueda decir, contar con una decena de partidos políticos, como se tiene ahora mismo, no refleja la oferta de candidatos que debería ser, y tampoco ha logrado que la democracia sea mejor, vaya, ni siquiera la garantiza, porque al final de cada proceso electoral, la denuncia sigue siendo la misma; la coacción y compra de votos.
Y el tema viene a colación porque hace días cuestionaron a la virtual senadora por Tamaulipas Olga Sosa Ruiz, sobre la posibilidad de llegar al bipartidismo en el país.
Obvio que la porteña no se “gancho”, y refirió que, de darse una reforma electoral, habría que analizarse si es momento para que México tenga un sistema bipartidista e incluso instituir la llamada segunda vuelta.
También, recordó que, en esta última elección, hubo dos grandes coaliciones, y así fue, incluso otro partido participó con abanderado propio, lo que podría interpretarse, porque además así se dio, que fue una contienda entre tres.
Por lo pronto, en la próxima reforma electoral lo que si se contempla es darle marcha atrás a la reelección, y no más allá.
se pudiera presumir que pese a la transformación que se ha logrado en muchos aspectos y renglones, el bi, o tri, partidismo no se dará en el futuro inmediato en México.
Los políticos conocieron lo que es vivir, no solo del poder y el presupuesto, sino también de las canonjías que deja el manejo de un partido político.
Por ello, apenas pierden el registro, y de inmediato conforman otro. Pueden perder todo, menos los pesos.
Quizás el mejor de los ejemplos en este momento, sería Alejandro “Alito” Moreno, que modificó los estatutos del tricolor para perpetuarse en la presidencia.
Las prerrogativas no son pocas y de alguna manera están “sueltas”, así que mientras los partidos políticos se sigan viendo como medio de subsistencia económica e incluso de enriquecimiento, seguiremos siendo un país pluripartidista.